domingo, 15 de febrero de 2009

Si salgo de ésta

A través de la ventana son duros segundos
lo que marcan las agujas de las olas rotas,
y echarte de menos es un coro nauseabundo
tarareado por las duras y frías rocas.

El cielo me cuenta con su noche encapuchada
que ya no puedo esperar más tiempo para verte,
una vil ráfaga de brisa aterciopelada
instala otra vez tus claros ojos en mi mente.

El mar arrastra una corriente cruel de recuerdos
rociados con el agua de una lluvia fría,
ondeando en mis escasos receptores cuerdos
despiertan a la reincidente melancolía.

¿Dónde asentará tu voz de cristal de vitrina
a la ansiedad, la desazón y los desconsuelos?
Bajando la vista hacia el gris granito del suelo
no hallo más respuesta que un piar de golondrina.

Y hace ya diez días que mi almohada no me habla,
y la pena crece como cabezas de hidra,
y yo sigo perdiéndome entre vasos de sidra,
y la incertidumbre es tan dura como una tabla.

Aquella canción que hace que me vea a tu lado
es la que abre cual resorte mis negras pupilas,
y muero de ansiedad cuando el tedio se espabila
y me pregunto en qué cosas estarás pensando.

Y si aún me echas de menos como el primer día,
o si piensas en mí mientras buscas las estrellas
puedes ver un pensamiento en cada una de ellas
tirados al cielo para alumbrar mi agonía.

Eres todo aquello que siempre sufro extrañando,
eres lo que nunca me dejaré en el olvido,
contigo veré a los kilómetros abdicando,
haciendo acto de ausencia en el mar de lo vivido.

Otro cielo inventaré que me lleve a tu lado,
de pliegues inundaré a la insaciable distancia,
en la cumbre del insomnio moriré apartado,
mendigando un apagón para mis discrepancias.

Esperando alguna señal de que sigues viva,
navegando entre las lágrimas de lo incoherente,
otearé el horizonte hasta encontrarte dormida…
Si salgo de esta… dormida, pura, inocente.

Bóreas

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