En una ocasión te ví
y me tendiste tu mano,
me la encontré sin buscarla
pero no eran más que atajos
hacia el final del camino
que, iluso, recorrí en vano.
Sólo conmigo jugaste,
me dejaste abandonado,
y tu mano me negaste
tu luz me dejó tirado
entre desiertos umbríos
de los que me he despojado.
Ya no me muestras tus ojos
dejándome desolado
pues tu alma ya no veo
y ahora estoy enterrado,
entre el amor y reflejos
de un sol que mira, encerrado.
Céfiro
domingo, 15 de febrero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario